Comentario
En la batalla de las Midway, Japón perdió cuatro portaaviones, un crucero pesado, todos los aviones de la fuerza móvil y 3.500 hombres, de los que 114 pertenecían a la élite de la aviación naval, de muy difícil sustitución. Los norteamericanos vieron desaparecer un portaaviones, un destructor, 147 aviones y 307 hombres.
Midway supuso para el Japón su primera derrota naval desde la sufrida justamente tres siglos y medio antes a manos coreanas. La ironía riza el rizo al pensar que el atolón podía haber sido tomado sin mayores problemas en el contexto del ataque contra Pearl Harbor, tal como se hiciera con el islote de Wake.
Yamamoto enfermó durante el regreso, encerrándose en su camarote sin querer ver a nadie. La tremenda verdad fue ocultada incluso a altos estamentos del Imperio nipón y se llegó a borrar su evidencia en los diarios de guerra y en los informes...
Pero los buques hundidos no vuelven a navegar y los astilleros japoneses no estaban en condiciones de sustituir lo perdido ni de competir con lo que pronto les lanzarían encima los norteamericanos, que ya construían en serie los portaaviones Essex.
La ventaja inicial había concluido, aunque aún Yamamoto tuviera gran superioridad en acorazados. Midway marca el punto en que Japón comienza a perder la guerra.
Y, sin embargo, Japón se autoadjudicó la victoria, confesando sólo la pérdida de un portaaviones y explicando la batalla de Midway como un mero factor demostrativo para favorecer la lograda ocupación de las islas Attu y Kiska en las Aleutianas.
La versión debió tener éxito, puesto que un profesor español de historia militar hacia alusión a la batalla -¡en septiembre de 1943!- en estos términos: "Sin que la documentación que hasta ahora poseemos nos permita decidir de qué parte se halla la verdad" (10).
Tras Midway, el proyecto japonés de conquistar Fidji, Samoa y Nueva Caledonia y de aislar Australia se convertiría en imposible. Tokio quedaría atado a los aeródromos construidos en las islas y debería pasar a la defensiva, mientras los portaaviones norteamericanos comenzarían a moverse con libertad.
El prestigio japonés en Asia recibió un duro golpe y sus almirantes trataron de lavar el fracaso con el harakiri, como Nagumo, a quien se lo impidió Yamamoto; algunos comandantes de los buques destruidos se hundieron con ellos en traje de gala. No se informó del desastre al país y, para ocultar las filtraciones, los supervivientes de los buques perdidos fueron confinados.
Con todo, la superioridad norteamericana en el Pacífico tardaría meses en hacerse patente. Tras Midway prosiguió el avance japonés hacia Australia, pero al no disponer de superioridad naval, el Ejército progresó por tierra a través de Nueva Guinea y de las islas Salomon, apoyándose en la superioridad aérea que mantenía mediante aeropuertos en las islas que iba tomando.
El Estado Mayor norteamericano debió decidir entonces quién mandaba en el Pacífico. El almirante Nimitz tenía su cuartel general en Pearl Harbor y MacArthur en Sidney. Eran dos personas difíciles y podía llegarse a un enfrentamiento entre la Marina y el Ejército. Se recurrió a una solución salomónica: el Pacífico fue dividido por el meridiano 159, que cruza las Salomon, y cada uno recibió una zona de responsabilidad.
MacArthur tenía el enemigo cerca. Cuando estalló la guerra en 1941, la mayor parte de las tropas australianas se habían desplazado al norte de Africa, para luchar en el Ejército británico, de modo que los japoneses desembarcaron fácilmente en Nueva Guinea y las Salomon, donde había pequeñas guarniciones australianas, que debieron retirarse.
Sólo la brigada que guarnecía Port Moresby, al sur de Nueva Guinea, permaneció en su puesto, porque si los japoneses lo tomaban podrían conquistar desde allí Australia. En mayo de 1942, la batalla del mar del Coral contuvo la amenaza japonesa en la zona y, después de Midway, se reforzó Nueva Guinea y los americanos enviaron tropas y aviones a Australia.
Port Moresby está al sur de Nueva Guinea, y el 21 de julio de 1942 los japoneses tomaron Buna, en la costa norte, con intención de cruzar la isla y apoderarse de Port Moresby por tierra. Nueva Guinea tiene allí menos de 200 kilómetros de anchura, aunque es un terreno montañoso y cubierto de jungla. Los japoneses hicieron retroceder a los australianos a través de la selva hasta que, en septiembre, las dificultades de abastecimiento les detuvieron a 40 kilómetros de Port Moresby.
Dos divisiones australianas y un regimiento americano se trasladaron allí y, a finales de mes, atacaron a los japoneses. Las enfermedades tropicales, sobre todo la malaria, hicieron estragos en la terrible guerra de la jungla, que se prolongó hasta finales de enero de 1943, en que cayó la última posición japonesa.
Los aliados lucharon gracias a su aviación, que legó a transportar los puentes y el material pesado. Las condiciones fueron tan duras que murió el triple de hombres por las enfermedades que por operaciones de guerra.